Bueno, así de tajante, el año 2018 me resultó bueno, y a los míos en general: comenzando por la salud: más allá de algún conato post-resaca, nada que decir. El trabajo: alto y estable me sigue dando un respiro, en una de las preocupaciones recurrente por estos mundos. Y en lo material ¡Bueno!, en lo material he logrado un nivel de vida dignamente modesto. De cambiarles el status a algunas cosas, entre ellas, a la casa. Sí, porque, aunque dicen que: “…venimos desnudos, y nos vamos sin nada.” Haré lo que pueda para no dejar a los que se me quedan “en cuero” ¡Además!, yo no tengo las posibilidades que tuvo el Guerrillero, sí, el que fue de todo, menos heroico; como para no dejarle nada material… ¡Claro, sí vendiera pulóveres y llaveritos!, serian otros veinte pesos. Hablando de pesos: también fui a Cuba, luego de casi una década y me encontré a los míos bien; a muchos a quienes quiero, bien y a una pila que debían estar muertos, mejores aún. Visité varios lugares interesantes de Beirut y Alepo (todos en La Habana) y constaté que la Obra de la Revolución está consumada –o al menos, hasta que descubran algo más que destruir.-
¡Coño!, que se me olvidaba: llegué a mis sesenta primaveras; aunque, como siempre: en agosto, en el pedazo más recalcitrante del verano ¡pero no menos meritorio!
Pero como no todo es felicidad en este mundo de desgracias; ahora nos toca el ’19 y la ensarta de metas y propósitos:
Mientras algunos amanecen agradecidos del Creador –o del tal Amén ese, ¡que no se pierde una!- por un día más de vida. Y que es valedero !que conste! Yo seguiré con el método que me ha dado resultado hasta ahora: cada día, me frotaré las manos y le diré al “más chiquito de María Emilia” –que soy yo- “vamos a gastarnos estás 24 horas que nos quedan.” Y hablando de pedir y agradecimientos, Nada que hacer: o cambió el número o le cerraron la cuenta; porque cómo sino. De la pila de veces que le he pedido al Señor: salud, dinero y amor; no me ha mandado ni una –y juenguensela, que la gente del correo son seria- y no me ha quedado más remedio que: cuidarme; hacer “overtaim” e hilar fino.
En este año que pasó, bajo la gravedad del juramente: me declaré “temba” con mis 60 en las costillas; pero el titulo me llegará pronto: me lo traerá la nieta, que ya viene pidiendo pista. Pero para ello, solo queda un detallito por ultimar: el nombre. Serán o no pamplinas; pero el padre y la madre no pueden ser menos que esas artistas y cantantes famosos que le arremangan cada nombre a los hijos del carajo pa’lante: Aisha; Tanit; Indivar -bueno Indivar suena a empresa o algo así- ¿qué te parece, Ehud? “Ehudsita, bajate de ahí que te vas a caer ¡no suena tan mal ná! ¿Y este: Neferet? Sólo que hay que ponerle segundo nombre para que te hagan caso: Neferet María, termina de hacer la tarea… ¿Eider?, no, ese suena a pomada o crema depiladora. Bueno, como sea: que venga pronto y me traiga el puñetero título.
Y para todo el mundo y sus alrededores: felicidades y que valga la pena vivir este 2019. Al menos sigue siendo Mi manera de ver.